viernes, 28 de febrero de 2014

Venezuela: clamor silenciado

Fotografía de Jorge Silva (Reuters)

Acceder a mi blog no es una constante. A él recurro cuando mi alma no aguanta y desborda palabras que se atropellan por salir. No siempre está muy claro sobre qué escribiré, no siempre lo que comienzo a escribir es publicado. Es algo muy difícil, es algo en lo que no siempre creo. Hoy los ánimos están bajos. Mi país duele en el corazón, todos los días se rasgan más las vestiduras de la hermosa mujer en la que habito. Aún no me expongo a las consecuencias de una represión, me mantengo detrás de una línea virtual que no me atrevo a cruzar. 

Las garantías no están dadas. El Gobierno no respeta, el otro lado no me llena del todo. Escucho a empresarios exitosos y la respuesta está un poco más clara, los intentos de paz decaen. Venezuela está en el piso, su ropa está desgastada, tiene sed y el hambre la consume. Venezuela está incada suplicando piedad, atada. Nuestro himno implora y grita "¡Abajo cadenas!". - ¿Cadenas?, ¿acaso son estas las que me mantienen atrapada, la que me impide sostener a mis hijos sobre un piso sólido? 

No está claro quiénes la poseen, quienes la mantienen con una camisa de fuerza. ¡Duele Venezuela! Las imágenes son impresionantes, de todas estas lucha la creatividad y el arte abunda. Muestran un sentimiento patriotico real, no más fachadas, no más máscaras de fantasias que se derriten frente a papeles verdes que controlan el mundo. Ya no importa quien la mantiene presa, sus hijos en olas inestables salen a pelear por ella. Sus hijos no tienen rumbo, no tienen líderes claros y honesto. En ocasiones, son utilizados como títeres. Veo los hilos de naylon de vez en cuando. ¡Cómo duele este país!

Ver a esta mujer agonizar, caminar sin rumbo seguro no es ameno. No se puede guardar gusto por los hijos que pierde. Todos llaman a cesar la violencia. ¿Quién comienza?, ¿hace falta tanto? ¡No! Es momento de decidir de actuar. Estar detrás de una línea virtual es inquietante y agotador. Estar aquí enferma. Tener poder es la respuesta, quienes lo tienen no lo quieren usar para bien. ¿Qué hacer con Venezuela? 

Me ahogo, los gases no me alcanzan. Me asfixio, las balas no llegan hasta mi puerta. A lo lejos se escucha la marcha, la concentración de voces reprimidas, voces que gritan por hambre, por inseguridad, por un descontento colectivo que se niegan a reconocer. ¿Por qué? Escucho: - "Esto es karmático". Pobre mujer, te acedia una sombra, un fantasma que se impone su presencia. Escucho tus quejas, escucho tus ganas de librarte de él. - ¿Por qué no la dejas, por qué no te vas? La obligas a verte a diario, no renuncias a ella. Tu tiempo pasó, ya es la hora de partir. Abandona a esta mujer que ya no te quiere, esta mujer necesita de otras lecturas, de otras vidas más claras. No eres más que un fantasma que insiste en quedarse. ¡Suéltala ya! Es momento. 

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